Existen muchos mitos sobre el ejercicio, la alimentación y el metabolismo, especialmente cuando lo que se quiere lograr es la pérdida de peso. Estos son algunos de los mitos más comunes, seguidos por su explicación real:
MITO: Si realizo un entrenamiento con pesas desarrollaré un cuerpo muy musculoso.
REALIDAD: Un entrenamiento con pesas adecuado tiene muchos beneficios, entre ellos el fortalecimiento de la masa muscular y el aumento de la densidad ósea. El resultado es un cuerpo más fuerte, más resistente y más tonificado. Cuando entrenamos con pesas, desarrollamos más músculo, lo que a su vez hace que nuestro metabolismo se acelere, puesto que el cuerpo necesita más calorías para mantenerse. Si tu miedo es ponerte muy musculoso/a, ¡no te preocupes! Desarrollar un cuerpo súper musculoso requiere de mucha constancia y disciplina, de una dieta especial y de por lo menos 4 horas de ejercicio al día, así como una buena carga de esteroides.
MITO: Comer después de las 8 ó 9 p.m. me hará subir de peso.
REALIDAD: Todo es cuestión de comer las calorías necesarias para mantenerse en un peso constante. Mientras no ingieras más calorías de las que tu cuerpo necesita en un día, independientemente de la hora a la que comas, NO vas a subir de peso. Lo recomendable es incluir una refacción por la tarde para no llegar con demasiada hambre a la cena, lo que puede hacernos perder el control sobre nuestras elecciones.
MITO: Si quiero bajar de peso debo hacer ejercicio en la zona de “quemar grasa” (50-70% del ritmo cardiaco máximo).
REALIDAD: Cuando entrenas en la zona de “quemar grasa”, la cual se encuentra entre 50 y 70% de tu ritmo cardiaco máximo, tu cuerpo utiliza la grasa almacenada para producir energía. Si entrenas a un ritmo más alto, de 70 a 85% del ritmo cardiaco máximo (zona “cardio”), producirás más energía a partir de los carbohidratos que de la grasa almacenada, pero la cantidad de calorías utilizadas será mucho mayor. Por lo tanto, habrás quemado mucha más grasa, por lo que sí puedes bajar de peso trabajando en la zona “cardio”.
MITO: Hacer ejercicio temprano por la mañana con el estómago vacío, me ayudará a quemar más grasa.
REALIDAD: Cuando hacemos ejercicio después del ayuno nocturno, nuestro cuerpo está obligado a utilizar la energía que tenemos almacenada. Nuestro cuerpo y cerebro necesitan carbohidratos para “arrancar el motor” y mantenerse fuertes durante toda la sesión de ejercicio. Es por esto que es importante ingerir por lo menos de 100 a 200 calorías en forma de carbohidratos 30 minutos antes de empezar el ejercicio para tener un mejor rendimiento y quemar más calorías.
MITO: Puedes reducir grasa de la zona que estás trabajando.
REALIDAD: Cuando hacemos ejercicio utilizamos energía de todo nuestro cuerpo y no solamente del área que estamos ejercitando. Ejercitar un área en específico del cuerpo, por ejemplo el abdomen, desarrollará y fortalecerá los músculos de esa parte, pero la grasa se quemará solamente si existe un déficit calórico. Lo recomendable entonces es seguir un programa de entrenamiento que involucre todo el cuerpo, combinado con una alimentación adecuada para lograr dicho déficit.
MITO: Si dejo de hacer ejercicio mis músculos se convertirán en grasa.
REALIDAD: Este mito lleva mucho tiempo de estar circulando. La realidad es que el músculo y la grasa son dos tipos de tejidos diferentes. Bajo ninguna circunstancia puede uno convertirse en el otro. Lo que ocurre cuando dejas de ejercitarte es que perderás masa muscular. Y si mantienes la misma ingesta calórica de cuando te ejercitabas, entonces esas calorías extra se almacenarán en forma de grasa corporal.
MITO: Para bajar de peso debo eliminar las grasas o los carbohidratos de mi dieta.
REALIDAD: Cuando se quiere bajar de peso, el déficit calórico es el factor más importante. Esto quiere decir que debemos ingerir menos calorías de las que quemamos. La forma más saludable de adelgazar es a través de una dieta balanceada, que incluya carbohidratos, grasas y proteínas, que forme un déficit de aproximadamente 500 calorías al día. De esta forma podrás bajar aproximadamente una libra de grasa por semana, sin afectar tu salud ni tu metabolismo.